Último Capítulo

Y así, llegamos al principio. ¿O era el final? ¿Acaso importa? En el ultimo año hemos dado vueltas alrededor de un único concepto, llamándolo con muchos nombres. Buscando miles de excusas para nosotros y para los que nos gobiernan (si son de los nuestros, claro). Porque somos un país de 47 millones de excepciones a la norma. Más listos que tu y por supuesto que yo. Y después de tantas vueltas, resulta que hemos llegado al mismo punto de donde salimos. Pero más cansados, más cínicos, más seguros de que muy pocas cosas valen la pena.

Y después de un repaso mental profundo a todo lo desagradable que ha tenido este año, no quiere este humilde mierda seca que piense el escaso público atento a estas palabras que me he convertido en un huraño ermitaño que odia cada momento de su existencia. Nada más lejos de la realidad. Este año, al mostrarme sus miserias, ha hecho que reluzcan con más brillo las alegrías de mi vida.

Así que allá vamos, y empezaremos por ti, señora de mis luces, compañía de mis sombras, mano que agarra fuerte, asidero a la realidad, a la dulzura, a la vida. Este año. Menos mal que lo he vivido contigo, porque sin ti, a ver donde me hubiera quedado. Hemos vivido a ratos de espaldas, porque los hombres somos así de imbéciles y nos damos la vuelta y queremos ser una isla de sufrimiento y que el dolor no llegue a tus orillas de continente. Y no nos damos cuenta. Y menos mal que tu sonrisa no se ha borrado, a pesar del año maldito, que entre lo ajeno y lo propio, lo global y lo intimo hemos concentrado malos ratos para un lustro. Porque tu sonrisa sigue calentando mi corazón como el primer día y si se borra será una tragedia universal.

Y el torbellino, la inconsciencia consciente, la alegría destilada, sin impurezas. Vida pura, pura vida. Aliento que huele a inocencia, a vida por delante, a potencialidad absoluta. Nos duele verte entre cuatro paredes, cuatro fronteras, cuatro amigas y una burbuja. Máquina de emoción, nervio en carne viva, vibrando con cualquier vibración, fibra simpática sin filtro. Abrazos blanditos, besos pequeñajos y risa cristalina. Y responsabilidad absoluta, mirarte es comprender la existencia un poquito más.

Familia, a través de la fibra y la pantalla, tampoco olvido las conversaciones de vuelta del trabajo, el desahogo, la terapia, la ilusión por los reencuentros (pocos, siempre pocos). El cultivar la distancia como puente. La presencia invisible que reconforta.

Por ultimo, vosotros. Quizás no sea el más comunicativo, ni el más presente. Pero os llevo conmigo. Habéis moldeado quien soy y quien soy os lo agradece. Este experimento lo he vivido con alegría, con algo de agobio también, con el sentir del contrarreloj y la fecha que se cierne. No es fácil pero casi nada bueno en la vida lo es.

Ahora mismo son las 23:05, este capítulo se me ha echado encima de mala manera, y mañana me espera un gran día. Después de los últimos meses que llevo encima, necesito escaparme de mi mismo y mis rutinas. Ver otros yo, probar nuevos límites, explorar diferentes perspectivas de mi mismo. Trabajo y después libertad. Ruta, monte, moto, soledad, viaje. Va a ser un viaje duro, corto, pero duro. Veremos como acaba. Una píldora de futuro, espero. Un experimento, otro más. Nos veremos a la vuelta, o al menos veréis al hombre que vuelve, que en muchos viajes, no es el mismo que se fue.


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